Resumen:
Los agroecosistemas son una estrategia implementada para el manejo de recursos naturales (Altieri, 2009: 71), donde realizan prácticas de producción y conservación (Garnatje et al., 2011: 73; Montañez et al., 2014: 102). Su funcionamiento se sustenta en el conocimiento tradicional, estrechamente relacionado con la cosmogonía de las comunidades, su finalidad es fortalecer el manejo de plantas, semillas, animales y formas de organización (Toledo et al., 2008: 350; Calvet- Mir et al., 2014: 2). Por esta razón, el conocimiento tradicional favorece que el sistema de producción promueva la diversidad y se acumule conocimiento acerca del ambiente, la biodiversidad, así como el contexto local. Algunos ejemplos de estos agroecosistemas son el huerto familiar, la milpa y el cultivo de café bajo sombra (Colín et al., 2012: 13; Cahuich et al., 2014: 157; Montañez et al., 2014: 104; Santana et al., 2015: 407). En el caso particular de los huertos familiares, son una práctica desarrollada por generaciones, en estos agroecosistemas ocurren procesos sociales, culturales, ecológicos y agronómicos (Rivas, 2014: 4). En México son llamados traspatios, solares y huertos caseros. Se caracterizan por estar cerca de la casa (Rivas y Rodríguez, 2013: 7), su composición florística, arreglo espacial, así como el aprovechamiento de las especies dependen de las características del terreno, circunstancias de vida y necesidades de las personas (García et al., 2016a: 31; García et al., 2016b: 624). En los huertos se cultivan una amplia diversidad de árboles, arbustos y herbáceas, su importancia ecológica es la conservación de agrobiodiversidad in situ (Van der Wal et al., 2011: 5). Debido a que las actividades humanas influyen en las plantas cultivadas que existe en el huerto familiar, propician el desarrollo de especies silvestres por medio de su siembra fomentada o tolerada (Calvet-Mir et al. 2014: 6). Por lo general, las mujeres definen lo que se cultiva en los huertos, puesto que en muchas sociedades son las principales responsables de la alimentación y de la salud familiar. Esto propicia la adaptación de las especies al contexto local, a las condiciones ambientales, así como a las técnicas de cultivo. Los productos obtenidos de origen vegetal como animal satisfacen necesidades básicas de alimentación familiar (Montañez et al., 2014: 101; Salazar et al., 2015: 2). En este sentido, son fuente de alimentos e ingresos durante todo el año, aún sin hacer uso de insumos agrícolas sofisticados (FAO, 2015: 30; Toledo, 2005: 17). Por lo tanto son importantes para las familias de escasos recursos económicos (Mariaca, 2012: 10; White et al., 2013: 175; Juan et al., 2013: 18). En los municipios de Malinalco, Tenancingo y Villa Guerrero, Estado de México se presentan los Agroecosistemas con Huerto Familiar (AEHF), sin embargo, el proceso de urbanización, el crecimiento de la familia, la división del terreno para construcción, el abandono por causa de la migración, la pérdida de conocimientos para el manejo del huerto, la falta de mecanismos de transmisión pone en riesgo su continuidad (Chablé et al., 2015: 35; García et al., 2016b: 639). El objetivo principal fue analizar el conocimiento tradicional acerca de los huertos familiares que poseen los habitantes de las localidades rurales de Colonia Juárez (Malinalco), El Carmen (Tenancingo) y Progreso Hidalgo (Villa Guerrero).