Resumen:
La interculturalidad se refere a una total relacionalidad entre los seres humanos, y ésta sólo es posible en
un espacio ético, entendido como aquél que se construye a partir de ideales que responden a las siguientes preguntas: ¿qué formas culturales son preferibles?
¿Qué normas culturales son valiosas? ¿Cómo es este
espacio ético en el que se da el encuentro entre culturas? Este espacio parece estar fundamentado en una
relación asimétrica, que implica la desigualdad cultural y socio-económica. Desafortunadamente, el encuentro entre culturas en muchas ocasiones se ha realizado a partir de guerras y conquistas. Sin embargo,
es necesario saber de qué manera se puede tender un
puente entre culturas diferentes.
El tema en el presente escrito, la construcción
del êthos intercultural, tiene como objetivo recuperar
el signifcado del êthos como la construcción de la
morada para vivir y con-vivir. También es ligar el sentido de la ética a la cultura, no como algo dado, sino
creado. Esto contrasta con la idea occidental de que
el desarrollo se da de manera lineal y está regido por
modelos externos a la propia cultura; esto no se refere
al aprendizaje que se da por el intercambio entre culturas, sino a la imposición de modelos a seguir sin el
acuerdo y responsabilidad de los implicados.
El êthos no sólo se refere al lugar en el que se da
la interacción de las personas, sino también a los valores y actitudes, refejados en comportamientos, que
8
permiten estar en un lugar para con-vivir en paz, entendida como la participación conjunta y responsable.
A partir de la prioridad de la vida, en el primer
capítulo, se expone la propuesta de Dussel; por una
parte, con el concepto de vida, entendida como corporalidad perceptiva, sensible y necesitada, que pertenece a un sujeto ético consciente, libre y responsable de
sí, y, por otra, con la preservación y desarrollo de la
vida, se analiza el trabajo de Maturana y Varela, quienes crearon la teoría de la biología del conocimiento humano y la evolución cultural de las sociedades
humanas, la cual desemboca en una autoconciencia y
refexión ética. En la segunda parte incluye también
la propuesta de Levy y Margalit para el análisis de las
relaciones en la multiculturalidad, donde es necesario
reconocer la crueldad y la humillación que se generan
en las relaciones culturales —y que también se dan
en su interior—, para después revisar los diferentes
planteamientos que permitirán crear las condiciones
de una sociedad decente.
En el segundo capítulo, relativo a la multi e interculturalidad, se considera la confguración cultural,
que incluye el espacio geográfco, la temporalidad, la
identidad y la diferencia. El territorio es el lugar donde se abastecen las necesidades de las sociedades. La
organización temporal se ve refejada en la religión, la
identidad grupal, el trabajo, etcétera; así, cada cultura
vive y se interpreta en sus respectivos tiempos. Es en
la identidad donde se manifestan los valores y formas
de vida que caracterizan a los integrantes de un pueblo
y lo diferencian o acercan con los otros. La complejidad de la cultura se manifesta en la interacción de
estos factores, enmarcados en un proceso histórico.
9
En el trato de la identidad y el reconocimiento,
en el marco de la globalización, se ven refejadas las
condiciones de desigualdad. Para Martuccelli, hablar
de identidad es referirse a dos grandes procesos: la
permanencia de un individuo en el tiempo y una serie
de perfles sociales y culturales propios de los individuos de las sociedades modernas. En este sentido,
Giménez propone distinguir entre identidades individuales y colectivas. En los procesos identitarios es importante reconocer la igualdad compleja, que permite
considerar las diferencias en las identidades. Por su
parte, Taylor enfatiza la construcción de la identidad a
partir del reconocimiento del otro con identidad única.
Bauman cuestiona la propuesta de Taylor, y considera que es necesario pasar de un estudio local de las
identidades a la dinámica de las identidades abiertas
al intercambio entre culturas. El proceso de identidad
también puede ser visto desde diferentes propuestas:
según Díaz-Polanco, las características de las identidades son históricas, dinámicas e internamente heterogéneas, cambian y son múltiples
Por otra parte, surge la siguiente cuestión: ¿existe la posibilidad del entendimiento entre las culturas?
Si se considera que esto es factible, se revisan dos posibilidades:
La primera posibilidad, desde el Occidente, se
teoriza la forma en que los seres humanos llegan a
acuerdos a través del contrato social. Se revisan de
manera somera los diferentes tipos de contractualismo, poniendo énfasis en las propuestas de Courtis y
Espejo y en la de Rawls. Para los primeros es necesario prestar atención a las dinámicas de inequidad,
exclusión y dominación que se dan en el interior de
10
las sociedades contemporáneas. Para el segundo, en
un contexto liberal, es posible la inclusión de los pueblos decentes en el contrato social para la convivencia
pacífca.
En el Occidente se da como respuesta, a los
confictos bélicos sufridos en el siglo XX, la creación
de organismos internacionales que tienen la tarea de
defnir los requisitos mínimos para una convivencia
pacífca, con lo que surge la Declaración de los Derechos Humanos y, más tarde, diversos documentos
que avalan los derechos de los pueblos. Respecto a los
derechos humanos, es necesario realizar la discusión
sobre la universalidad y capacidad que se tiene para
implementarlos. ¿Cómo es posible rebasar la visión de
que son sólo una declaración y verlos como un proceso que apoya la lucha por la dignidad?
La segunda posibilidad, en el contexto del êthos,
puede ser a partir del diálogo intercultural como la
base de la relación entre las culturas, que se fundamenta en el carácter dialógico del ser humano. La propuesta de Panikkar es el diálogo dialogal, basado en
la confanza recíproca, que permite el encuentro con
el otro y donde se sitúan las perspectivas de la cultura
como limitadas y con la posibilidad del intercambio.
Desde otro punto de vista, Dussel sostiene que
existe una asimetría entre las culturas que las coloca
en condiciones diferentes para relacionarse. El diálogo intercultural, piensa Dussel, debe ser transversal;
un diálogo multicultural que no presuponga la ilusión
de la simetría entre las culturas. Por otra parte, FornetBetancourt considera que el diálogo intercultural es un
proyecto que necesita de ciertas condiciones para llevarse a cabo: el ser humano como universal singular,
11
refexión subjetiva, libertad como proceso de singularización y universalización a la vez, y racionalidad
contextuada y crítica. Graciano González afrma que
es necesario asumir el espacio intercultural como asimétrico para dar sentido al diálogo. Su propuesta contiene tres momentos: la interpelación, el testimonio y
la dialogicidad. Otra posición diferente a las mencionadas es la propuesta de Küng con la Ética Mundial;
ésta, parte del supuesto de que todas las religiones, en
diferentes culturas, tienen principios similares.
Si se quiere abordar la construcción del êthos intercultural, es necesario realizar un proceso educativo,
que de acuerdo a Graciano González, tendrá que ver
con la educación de los sentimientos y el enfoque en
valores de respeto, justicia y libertad.
Los límites de la investigación se relacionan con
la complejidad del tema de la ética y la interculturalidad, prácticamente inabarcable, que puede ser vista
desde diferentes puntos: antropológico, sociológico y
flosófco, entre otras disciplinas. Asimismo, se parte
de que la cultura da criterios de valoración, es el lente
a través del cual se lee la realidad; por tanto, este documento tiene las limitaciones de la propia cultura en
que se inscribe. Se hace la consideración de que parte
del material que integra este libro fue expuesto en congresos, artículos y capítulos de libros, ejercicio que
permitió una mejor comprensión del tema. Por último,
agradezco a todas las personas que hicieron posible la
realización de este trabajo.